Instagram pierde su esencia fotográfica mientras los Reels y las historias dominan la plataforma
Durante más de una década, Instagram fue el paraíso de los fotógrafos. Una red social donde compartir imágenes cuidadosamente capturadas, explorar estilos, aprender técnicas y disfrutar de la creatividad visual. Sin embargo, esa esencia ha cambiado. Desde su integración en el ecosistema de Meta, la plataforma se ha transformado en un espacio dominado por el vídeo, con los Reels y las historias acaparando la atención y el alcance.
Cuando Instagram nació en 2010, su propuesta era sencilla y revolucionaria: una aplicación para compartir fotografías cuadradas con filtros, convirtiendo el móvil en una herramienta de expresión visual. En solo dos meses superó el millón de usuarios.
Su éxito no radicaba en la viralidad, sino en la autenticidad: imágenes que contaban historias reales.
El cambio comenzó con la introducción de las Historias en 2016, inspiradas en Snapchat, y se consolidó con el lanzamiento de los Reels en 2020, la respuesta de Meta al ascenso de TikTok. Estos vídeos cortos y verticales, diseñados para captar la atención durante segundos, transformaron la forma en que se consume contenido.
A partir de entonces, el algoritmo de Instagram empezó a favorecer el vídeo frente a la fotografía. Los Reels se mostraban con prioridad en la pestaña de “Explorar” y en los feeds, alcanzando a usuarios más allá de los seguidores habituales. Las fotos, incluso las más elaboradas, pasaron a tener menor visibilidad.
El propio Adam Mosseri, director de Instagram, reconoció en 2022 que la compañía “se había enfocado demasiado en el vídeo” y prometió devolver protagonismo a las imágenes estáticas. Sin embargo, muchos creadores aseguran que la fotografía continúa relegada a un segundo plano.
Para los fotógrafos, el cambio supuso una pérdida de identidad.
Instagram dejó de ser la galería global que inspiraba creatividad para convertirse en un escaparate de entretenimiento rápido. “Nos quitaron la galería y nos dieron un escaparate”, es una frase que resume el sentimiento de una comunidad que busca volver a los orígenes.
Aun así, los profesionales se adaptan: los Reels fotográficos —que muestran procesos de edición o colecciones de imágenes— y los carruseles —que prolongan el tiempo de visualización— se han convertido en estrategias comunes para mantener relevancia. Pero la nostalgia permanece.
Muchos fotógrafos piden que Instagram recupere su esencia visual, aquella que la convirtió en una plataforma única para compartir historias a través de la luz y el color.
La fotografía sigue siendo un lenguaje poderoso, y su lugar en la era digital merece algo más que segundos de atención en un algoritmo.





