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Feijóo cuestiona el voto por correo tras años de silencio al frente de Correos

Feijóo, Correos y el arte de escupir hacia arriba, cuando la desmemoria es táctica electoral

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, ha vuelto a situar al sistema de voto por correo en el centro del debate político, sembrando dudas sobre su fiabilidad sin aportar pruebas concretas. Lo paradójico es que fue él mismo quien presidió la empresa pública Correos entre 2000 y 2003 sin promover ninguna reforma, sin denunciar irregularidades y sin alertar de deficiencias en el sistema que ahora cuestiona.

Durante su etapa como máximo responsable de Correos, Feijóo guardó silencio absoluto ante cualquier posible mejora o irregularidad en la gestión del voto postal. Dos décadas después, desde la oposición, ha rescatado un discurso de sospecha que alimenta el descrédito institucional y erosiona la confianza en uno de los pilares logísticos de la democracia: la participación electoral garantizada, también desde la distancia, por medio del voto por correo.

En sus declaraciones más recientes, Feijóo ha respaldado las palabras del expresidente José María Aznar, quien insinuó que, si se alteraron unas primarias del PSOE, también podría adulterarse un proceso electoral general. El líder del PP ha llegado a afirmar que el sistema “no está completamente blindado” y ha propuesto la creación de un grupo de trabajo bajo la Junta Electoral Central para revisar el proceso, incluso sugiriendo que la custodia de los votos por correo pase a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Además, lanzó una acusación directa contra Pedro Sánchez al declarar que “le gusta el fraude y lo ha cometido”.

Esta estrategia de desgaste no es nueva. Desde hace años, la derecha ha utilizado los servicios públicos como chivo expiatorio: antes fue la sanidad, la educación, la justicia. Ahora, Correos. No se busca mejorar lo público, sino ponerlo bajo sospecha cuando no sirve a sus intereses electorales. Esta dinámica socava la confianza ciudadana y normaliza la sospecha sin base.

Los profesionales de Correos —miles de carteras y carteros que garantizan el derecho al voto incluso en los pueblos más recónditos— son ahora arrojados al barro político. El PP evita reconocer su labor y, en cambio, plantea su actuación como un posible eslabón débil del proceso democrático. Una irresponsabilidad que ya ha sido denunciada desde distintos ámbitos.

La directiva de Correos ha desmentido rotundamente que la exdirectora Leire Díez tuviera competencias en la gestión del voto postal, desmontando las insinuaciones lanzadas desde el Partido Popular. Por su parte, el PSOE ha calificado las declaraciones del PP de “temerarias” y “gravemente irresponsables”, instando a Feijóo a presentar pruebas o retractarse públicamente.

Los analistas ya advierten del peligro de trasladar estas narrativas al debate público. Medios como El Correo denuncian que no existe ninguna evidencia de fraude en el sistema postal electoral, y consideran estos discursos como “bulos indignantes” que alimentan movimientos conspiranoicos inspirados en estrategias como las utilizadas en EE.UU. por Donald Trump.

Esta ofensiva política no solo carece de fundamentos documentados, sino que busca debilitar la confianza ciudadana en instituciones públicas esenciales. El voto por correo es especialmente importante para zonas rurales, personas mayores o ciudadanos en el extranjero. Desprestigiarlo sin pruebas puede tener consecuencias profundas sobre la participación y la percepción de la limpieza electoral.

En resumen, Feijóo parece haber olvidado su propio paso por Correos, cuando guardó silencio y no actuó. Hoy, desde la oposición, recurre a la insinuación para generar ruido y tensión electoral. Como dice el refrán: quien escupe hacia arriba, termina mojado.